Esta tarde hemos estado en una gran superficie dedicada al deporte con el fin de adquirir unas zapatillas de trail. Las opciones son muchas, dependiendo de infinidad de factores: frecuencia de entrenamiento, superficie de desarrollo, sistema de sujección del pie, entre otros. Pero el factor indiscutible y de actualidad es si eres pronador o supinador.

Como profesionales de la salud, consideramos el correcto diagnóstico en un deportista como algo indispensable, tanto como un buen entrenamiento. Pero no es un concepto que deba tomarse a la ligera, como si se tratara de definir el que es zurdo o diestro. Cuando definimos a un paciente-deportista como pronador, por poner un ejemplo, no nos basamos en un diagnóstico sacado de unos valores estándar en función de cómo pisa. Se trata de un concepto unido a otros muchos signos que observamos en el paciente, desde los pies hasta la cabeza. Dismetrías, desviaciones a nivel de caderas y rodillas, ejes de ataque al suelo en las distintas articulaciones de pie y tobillo, entre otros. Todos estos factores deben ser estudiados de forma minuciosa para definir a un paciente.

Una vez valoramos si ese paciente es pronador, supinador o neutro, llega el momento de analizar si una zapatilla con materiales más densos o amortiguadores en una zona determinada, puede ayudar a una mejor progresión de la pisada durante el gesto deportivo. En muchos casos, es suficiente con un calzado adecuado, pero en la mayoría de los casos, debemos añadir un soporte plantar hecho a medida para mitigar posibles lesiones derivadas de la morfología propia del individuo.

En definitiva, si eres deportista y necesitas cambiar de zapatillas, es conveniente que acudas a un profesional de la salud especializado en estudios biomecánicos y deporte para evitar que te salga cara la jugada.

Cristina Martínez Boix. Podóloga.


Estos últimos días hemos estado hablando de la prevención de las temidas ampollas. Son muchos los que han seguido nuestros consejos y han evitado su aparición, aunque otros, no han tenido la misma suerte.Flickr FreeCat

El exceso de temperatura y humedad del pie en el zapato y sobretodo en las zapatillas de deporte, unido al exceso de fricción en ciertas zonas, provoca la aparición de incómodas y molestas rozaduras y ampollas que limitan la actividad diaria. Pues bien, llegó el momento de tratarlas.

Recordando cualquiera de las películas del famosísimo Rambo, podríamos pensar en solucionar el problema quemándolas con un cuchillo incandescente o incinerar pólvora sobre ellas pero, no es el mejor camino. Tampoco es aconsejable incidir la ampolla con una aguja e introducir un fragmento de hilo en su interior para drenar el contenido líquido. Lo más importante es mantener una correcta higiene con el fin de evitar la infección, utilizando soluciones antisépticas. Nunca debemos eliminar la piel que sobresale, ya que actúa como protección de la zona lesionada. Y debemos evitar el uso del calzado que las provocó y en el caso de los deportistas, es aconsejable no entrenar en 2 ó 3 días.

Si se da el caso en que debemos volver a nuestra actividad diaria y la ampolla lo impide, podéis aplicar un apósito protector. Son una buena solución, siempre y cuando se realice de forma adecuada. Recordad que es muy importante que la piel y las manos estén totalmente secas. Debemos calentar el apósito antes de aplicarlo, colocándolo entre las manos con el fin de aumentar la pegajosidad del mismo. Y una vez se aplica sobre la piel, es conveniente masajear la zona para que el apósito quede totalmente adherido. No debe retirarse hasta que se despegue por sí mismo.

Y recordad, a pesar de estas medidas curativas, la mejor solución es la prevención.

Cristina Martínez Boix. Podóloga.