Durante el mes de Mayo, son muchos los eventos que acontecen en todo el mundo: el día de la Madre, el día Internacional de los Trabajadores, el Día Mundial de la Libertad de Prensa y los domingos de comuniones. Padres, madres, niños y familiares se preparan para el gran día en el que se espera que no falte ni el más mínimo detalle. Aunque a veces, no ocurre así.
Es muy común que las mamás acudan a consulta podológica para una puesta a punto de sus pies, con el fin de poder calzarse unos buenos tacones. Lo curioso es que no se prepara al verdadero/a protagonista para el estreno de sus zapatos de comunión.
Por lo que hemos observado en los escaparates a lo largo de los últimos meses, el calzado de comunión cumple con los requisitos de un buen zapato: piel de calidad, sujección adecuada y horma recta. El problema surge cuando el niño se calza el zapato el día de su comunión y aparecen las inesperadas rozaduras y ampollas que le «amargan» un tanto la celebración. ¿Podríamos haberlo evitado?, por supuesto. Es tan simple como seguir unos sencillos consejos con el fin de acomodar el zapato al pie y no al contrario, como ocurre habitualmente.
Lo más importante es no estrenar el zapato el mismo día, siempre recomendamos utilizarlos en casa durante cortos períodos de tiempo previos a la celebración. Además, es aconsejable utilizar el mismo tipo de calcetín o media para que el pie manifieste cualquier incomodidad lo antes posible. Si a ello le añadimos un correcto corte de las uñas y la aplicación de una crema hidratante o anti-rozaduras, evitaremos pasar un mal rato.
Aun así, si en los días previos a la celebración, observamos que la adaptación del zapato al pie del niño no es satisfactoria, es recomendable el consejo podológico. El podólogo valorará el calzado y el pie en conjunto y pautará las modificaciones convenientes para adaptar el zapato.
Cristina Martínez Boix. Podóloga.
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